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¿Tu historia no arranca? Dejá a tu personaje sin yerba mate y mirá lo que pasa.

¿Tu historia no arranca? Dejá a tu personaje sin yerba mate y mirá lo que pasa.

¿Tu historia está estancada? Descubrí una técnica de guion para destrabar tu escritura. Aprendé a usar objetivos para crear relatos que atrapan.

Tenés un personaje genial, un mundo increíble, una idea que te vuela la cabeza… pero cuando te sentás a escribir, la cosa no fluye. El personaje da vueltas, piensa mucho, recuerda cosas, pero la trama parece una bicicleta fija: pedaleás un montón, pero no vas a ningún lado.

Si te sentís así, tranquilo/a, no es que no servís para esto. Lo que probablemente le falta a tu historia es la herramienta más simple y poderosa del arsenal de un guionista: un objetivo claro.

En una de nuestras clases de Club Pluma, nos metimos de lleno en este tema, y hoy quiero compartirte el núcleo de esa charla.

La cámara no filma pensamientos: el secreto de Hollywood

Cuando escribimos una novela, tenemos un montón de recursos. Podemos meternos en la cabeza del personaje, contar sus recuerdos, describir sus sensaciones. Pero en el cine o en una serie, el lenguaje es otro. La cámara solo puede filmar dos cosas: acciones y diálogos.

Un personaje que se pasa quince minutos recordando su infancia en silencio es, en pantalla, un tipo sentado que no hace nada. Aburrido. El espectador de hoy, con la atención entrenada por Netflix y TikTok, te cambia de canal en menos de cinco minutos si no le decís de qué va la cosa.

Por eso el cine más clásico y comercial, ese que nos atrapa desde el primer minuto, entendió todo: el personaje tiene que querer algo. Y tiene que quererlo ya. Rescatar a la hermana secuestrada, conseguir el antídoto, comprar el último paquete de yerba del supermercado.

Esperá, ¿dije "comprar yerba"? Sí. Y acá viene la magia.

El truco del paquete vacío: cómo un objetivo simple destraba tu creatividad

En la clase, les propuse a los alumnos un ejercicio que al principio sonó a delirio: agarrar un personaje de sus novelas (una abogada estresada, un detective melancólico, lo que sea) y, sin importar la trama principal, ponerlo en una situación urgente y mundana: se quedó sin yerba mate y necesita salir a comprar.

¿Qué pasó? La creatividad explotó.

Un objetivo, por más pequeño o absurdo que parezca, hace tres cosas maravillosas:

  1. Pone al personaje en movimiento: Lo obliga a actuar. Ya no está pensando, está haciendo. Se levanta, se pone una campera, sale a la calle. ¡La historia arrancó!
  2. Genera conflicto inmediato: El quiosco está cerrado. El último paquete se lo llevó otro cliente. Se corta la luz justo cuando vuelve a casa. De golpe, una tarea simple se convierte en una odisea que genera tensión y nos mantiene pegados a la página (o a la pantalla).
  3. Revela la verdadera personalidad: ¿Cómo reacciona tu personaje ante este obstáculo? ¿Se resigna? ¿Persigue al tipo que se llevó la yerba y le ofrece el triple de su valor? ¿Entra en pánico? En esa pequeña acción, nos contás más sobre quién es que en diez páginas de descripción interna.

Este pequeño motor narrativo no solo sirve para guiones. ¿Sentís que tu novela entró en una meseta? Dale a tu protagonista un objetivo secundario, urgente y concreto. Vas a ver cómo la energía del relato se renueva al instante.

No sos vos, es tu cerebro tratando de sobrevivir

Ahora, quizás pienses: "Todo muy lindo, pero a mí me cuesta un montón sentarme a escribir". ¡A todos nos pasa! Durante la clase también charlamos sobre por qué nuestro cerebro a veces nos boicotea.

La respuesta corta es que tenemos un cerebro "primitivo" programado para sobrevivir y ahorrar energía. Crear, inventar historias que no son "reales", le parece un gasto de glucosa innecesario. Por eso, al principio, se resiste. Te tira excusas: "la casa está sucia", "mejor saco al perro", "no tengo autoestima para esto".

No es que no tengas autoestima. Es tu cerebro que prefiere guardar energía por si tiene que salir corriendo de un tigre dientes de sable (o, en versión 2024, resolver un problema en el trabajo).

Cuando entendemos esto, podemos "hackearlo". Le damos una tarea chiquita y manejable como "escribir la escena de la yerba". El cerebro ve que no es tan difícil, que hasta es divertido, y empieza a colaborar. Y una vez que rompés esa inercia inicial, las ideas fluyen y no querés parar.

De la teoría a la práctica: sumate a Club Pluma

Este tipo de gimnasia creativa es exactamente lo que hacemos todas las semanas en Club Pluma. No se trata solo de aprender teoría, sino de poner las manos en la masa, de escribir, de probar, de equivocarse y de descubrir que tenés mucho más para contar de lo que creías.

Si te gustó este ejercicio y querés un espacio para potenciar tu escritura, Club Pluma es para vos. Al hacerte miembro, no solo accedés a clases en vivo como esta, sino que te sumás a una comunidad de escritores apasionados donde podés:

  • Vencer el bloqueo del escritor con ejercicios prácticos y disparadores creativos.
  • Recibir feedback constructivo para pulir tus historias y encontrar tu propia voz.
  • Crear un hábito de escritura sostenido en el tiempo, acompañado y motivado.
  • Conectar con otros escritores, compartir tus avances y sentir que no estás solo en este viaje.

Dejá de dar vueltas y empezá a contar las historias que tenés adentro. Te estamos esperando para escribir juntos.

Hacé clic acá para conocer más sobre Club Pluma y sumarte hoy mismo.


¿Tu historia está estancada? Descubrí una técnica de guion para destrabar tu escritura. Aprendé a usar objetivos para crear relatos que atrapan.

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