¿Alguna vez te pasó de tener un protagonista increíble, con una personalidad y una voz únicas, pero sentir que igual no sabés para dónde ir con la historia? Le das vueltas, lo ponés a pensar, a recordar, pero la trama se queda en una meseta. Si te sentís identificada/o, es muy probable que a tu relato le falte uno de los motores más potentes de la narrativa: un buen antagonista.
Pero ¡ojo! Sacate de la cabeza la idea del villano con capa y risa malvada. Hoy vamos a desarmar ese concepto y a entender que un antagonista es mucho, pero mucho más que "el malo de la película".
Antagonistas tridimensionales
El malhechor malvado malísimo que solo existe en un relato para molestar al protagonista, no solo es chato sino que además depende enteramente de que tengas a un protagonista super sólido, porque si no se te caen los dos. En cambio, si construís al antagonista como el héroe de su propia historia, se va a convertir en un personaje mucho más interesante y atractivo.
Pensemos en un ejemplo clásico: Hans Gruber en Duro de Matar. Él no se levanta a la mañana pensando: "¿Cómo puedo arruinarle el día a un policía llamado John McClane?". No, para nada. Gruber tiene su propio plan, su propio objetivo: hacerse millonario robando el edificio Nakatomi. Desde su punto de vista, él es el protagonista de su propia historia de éxito. John McClane es, simplemente, un problema inesperado, una molesta piedra en el zapato que se interpone en su camino.
Cuando pensamos así, el antagonista cobra vida. Deja de ser una figura de cartón puesta ahí solo para molestar y se convierte en un personaje con su propia agenda, sus propias motivaciones y, por lo tanto, una tridimensionalidad mucho más interesante.
Una caja de herramientas para generar conflicto: Los Círculos de Cercanía
"Ok, buenísimo", me dirás, "pero mi novela no es una de acción. ¿Cómo aplico esto?". Acá es donde nos robamos uno de los mejores secretos del cine para potenciar nuestra literatura: los antagonistas no son solo humanos. Para ordenar la infinita cantidad de problemas que podemos ponerle a nuestro personaje, a mí me gusta usar un sistema que llamo los Círculos de Cercanía.
Imaginate a tu protagonista en el centro. Ahora, dibujemos tres círculos a su alrededor, desde lo más íntimo hasta lo más lejano. Cada círculo contiene un tipo de potencial antagonista.
Primer círculo: El enemigo interior
Este es el círculo más pegado al personaje, casi como un aura. Son todos aquellos conflictos que nacen de él mismo.
- Físicos: Una alergia repentina, una cojera, una enfermedad crónica, un dolor de muelas insoportable, la necesidad de usar anteojos. Cualquier cosa que su propio cuerpo le juegue en contra para lograr su objetivo.
- Psicológicos: Fobias, traumas del pasado, ataques de pánico, prejuicios, una depresión. No es el hecho traumático en sí, sino cómo ese hecho lo afecta hoy. Si de chico casi se ahoga, el antagonista es su miedo actual al agua.
- Debilidades de carácter: Ser impuntual, iracundo, perezoso, desconfiado, demasiado orgulloso. Todas esas características que le ensucian el camino.
Segundo círculo: El conflicto cotidiano
Acá entran las personas y objetos con los que nuestro protagonista interactúa todos los días. Nuestro cerebro, por una cuestión de supervivencia tribal, está programado para prestarle muchísima atención a las interacciones humanas. Por eso, estos antagonistas son una fuente inagotable de historias.
- Personas: La familia con la que vive (padres, hermanos, pareja, hijos), los compañeros de trabajo, el jefe, un vecino metiche, el amigo que siempre te lleva la contra "por tu propio bien". No tienen por qué ser "malos", alcanza con que ofrezcan resistencia a lo que el prota quiere hacer.
- Cosas: El auto que no arranca justo cuando estás apurado, la computadora que se tilda antes de entregar un trabajo, el celular que se queda sin batería en el peor momento, ¡hasta la mascota que se escapa y te desbarata los planes!
Tercer círculo: Fuerzas incontrolables
Este es el círculo más grande y lejano. Son esas fuerzas sobre las que el protagonista no tiene ningún tipo de control. Simplemente ocurren, y él tiene que ver cómo reacciona.
- Eventos: Una pandemia, una crisis económica, un desastre natural (inundación, terremoto, la nevada de El Eternauta), una nueva ley que lo afecta directamente, una guerra.
- Personas lejanas: El presidente que toma una decisión, un CEO que decide despidos masivos. Personas cuyas acciones tienen consecuencias directas en la vida del protagonista, pero con las que no puede discutir mano a mano.
¿Y ahora qué hago con todo esto?
Este sistema de círculos no es para que te vuelvas loco/a clasificando. Es para que tengas a mano un fichero, un supermercado de problemas. Cuando sientas que tu historia está planchada, andá a tu lista y elegí: "¿Qué le tiro ahora? ¿Un ataque de pánico (círculo 1), una discusión con su hermana (círculo 2) o un corte de luz masivo en toda la ciudad (círculo 3)?".
Al darle a tu personaje un objetivo y sembrarle el camino con estos antagonistas, tu relato va a ganar un dinamismo increíble. La historia se pone en marcha, la tensión crece y tu lector se va a preguntar todo el tiempo: "Y ahora, ¿qué va a pasar?".
Probalo. Hacé tu propia lista con cinco antagonistas de cada círculo. Tenela a mano la próxima vez que escribas. Vas a ver que, de repente, las posibilidades para tu historia se vuelven infinitas.
Esta es solo una pequeña muestra de las herramientas que exploramos y ponemos en práctica para llevar nuestra escritura a otro nivel. Si esta forma de desmenuzar la narrativa te resulta útil e inspiradora, imaginate lo que es compartirlo en una comunidad de escritores que están en la misma que vos.
En Club Pluma, no solo aprendemos sobre estructura, personajes y conflicto cada mes, sino que creamos un espacio para experimentar, recibir feedback y mantener viva la motivación. Si querés dejar de escribir en soledad y empezar a potenciar tus historias con el apoyo de un grupo, te invito a sumarte.
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